mariposas

martes, 10 de mayo de 2011

De porqué una fama sólo ama una fama

(Aunque sea una fama rara que le guste jugar a ser Cronopio)


"No eres un Cronopio, eres una Fama que le gusta jugar a enamorar Cronopios"

Le dice él, mientras anota en su libretita negra todos los pendientes que quedaron ese día (a saber: ir de paseo en un auto antiguo a Chamonix, cruzando la frontera desde España; tomar un café a orillas del Sena, con la Torre Eiffel de fondo, para el paisaje... nunca como centro de la atención... quizás besarla, sí... podría besarla si ella se lo merece claro y se comporta como es apropiado para una Fama)


Ella, claramente confundida lo mira con los ojitos grandes, no lo entiende, quiere gritarle... pero aprieta la servilleta con su manita azul, tiene ganas de llorar... pero aprendió con él a escribir esas ganas en una libretita (su libreta rosada, llena de mariposas azules y flores multicolores, que a menudo deja olvidada y de cuándo en cuándo reencuentra, para guardarla en su caótico bolso y
perderla otra vez)


Él la mira casi comprensivo, es todo un Fama, tan Fama que no se toma la molestia de percatarse que es rojo, los Famas son rojos o grises, pero jamás verdes. Aunque eso de los colores es demasiado Cronopio como para que un Fama de su altura se preocupe siquiera.

Ella lo mira, lo recorre con la mirada y lo dibuja con tizas de colores en la pizarra de su corazón... sonríe para sí misma, ama la manera en la que él tiene previstas todas las situaciones y logra manejar todos los imprevistos.

Él la ve, le habla con algo de rudeza para que fije toda su atención en lo que va a decirle (sabe que siempre tiene su atención)

"Eres una Fama, te vi y te reconocí Fama..." Ella no entiende...
"Una fama jamás se enamora de un Cronopio"

Ella lo escucha y su corazón hace música, y quiere anotar en su libreta, pero dibuja en la libreta y escribe en las tortugas y en todo lo que parezca pizarra...

"Te lo digo... eres ua fama que hace caridad y entretiene a los cronopios haciendoles pensar que un dia pueden alcanzar una fama... pero es solo caridad... caridad hacia tu propia vanidad... porque ningún cronopio estaria a tu altura... y siempre siempre es un juego... porque todos los que se deslumbran con tu actuar, lo hacen porque son cronopios... porque un fama jamás caería en esos juegos... un fama es un fama"

Y le pone más azúcar a su café, la mira y se permite sonreírle con los ojos... para ella sus ojos son como el sol.

Ella no entiende muy bien... al parecer él la prefiere Fama, aunque ella le ha advertido que no es una Fama... los cronopios verdes tampoco la quieren mucho, no pueden evitar criticar el perfeccionismo por dibujar o escribir con minusiocidad sus sentimientos cronopios...

Azul... sí, ella es azul... si fuera verde el joven alto como árbol y deslumbrante como el sol jamás la hubiese mirado... aunque él niega que la mira, ahora lo admite siempre y cuando ella se reconozca una Fama que juega a enamorar Cronopios... pero los cronopios no se enamoran de las Famas, ellas son sólo tentaciones pasajeras

¿Cómo comprobarlo? ¿La habrá amado un Cronopio? ¿Ella amaba a un Cronopio que parecia Fama o a un Fama que jugaba a ser Cronopio?

Le dan ganas de jugar a 'canta-llora', pero se entretiene en una pelusilla blanca que viaja por el aire de otoño, llegó ahí de seguro porque están cerca del parque... cierra los ojos y respira con delicia la brisa extranjera de la tarde, mientras piensa que en París las pelusitas de la tarde le dirán 'Bonsoir' y ella responderá en francés, pero con acento italiano 'bonne soirée à toi aussi'



Lo mira y él está satisfecho, ella se pierde en el destello de sus ojos, él con toda dignidad le pregunta si entendió su larga explicación sobre el orgullo Fama y esas cosas... ella de pronto recuerda y asiente con una sonrisa, al parecer podría ser una Fama, decide escribirlo en su libretita, pero se distrae dibujando una pelusita parisina que se perdió en el Parque Forestal de Santiago.

lunes, 9 de mayo de 2011

Cosas del amor...

(o bien, cómo le explica el amor un Cronopio Azul a un Cronopio encubierto como Fama)


Una extraña, una verdaderamente extraña joven profesorcita, vestida de rojo... con el mismo vestido que pudo usar su abuela en los años 30, está sentada en su café preferido (evita ir ahí martes y jueves a la hora de almuerzo), en la mesa de al medio, esa que deja ver la plaza, pero no tanto cómo para que las 'gárgolas-esperanza' la vean, y lo suficiente para que ella pueda husmearlas sin atisbo de remordimiento.

"No rara, sino vintage... así me veo" se dice, al tiempo que corrige su labial rojo hasta el escándalo, y revisa que sus lágrimas hagan juego con su vestido... la lluvia siempre le hace juego a todo ¿no?

Toma su café cortado, con canela -porque la canela es dulce, ella ama lo dulce- pero sin azúcar (el azúcar es empalagosa y la toman todos) no bebe demasiado...

Está esperando a alguien.

Recuerda que en un impulso le ha llamado... a las cuatro de la madrugada (su hora favorita para sufrir) y le ha citado para hablar en su café preferido, en la mesa de al medio... su favorita, la de la terraza ¿Por qué él nunca entiende nada de lo que realmente importa? Bueno, es una Fama (o eso quiere... como sea, al menos, a eso juegan).

Ella llegó a las cuatro menos cuarto, lo ha citado a las cuatro... es importante que cuándo él la vea sepa de inmediato qué sucede y haga las preguntas correctas... Santiago no es París, pero las preguntas siempre deben ser correctas, sólo en el D.F. y en Florencia no hay preguntas fuera de lugar.

El D.F. piensa, mira al otro lado de la plaza y lo recuerda... recuerda las notas de la guitarra, alguna que otra canción bien entonada y, entonces, llora... llora mucho, llora y y le duele, pero es feliz porque cuando le duele va sintiendo más ligero el pecho, como si el corazón se le derritiera y lo expulsara por las lágrimas... sin duda, es su corazón, es a prueba de rimel.

Al fin llega "Catala no espera Tregua", saluda. Tiene los mechones de cabello lacio y castaño cubriéndole -como siempre- parte de los ojos verde oliva, mantiene su sempiterna cara de enojo inmutable y su sombrero (que recuerda al que seguramente usaba su abuelo en los años 30), ella sonríe por el detalle... ella colecciona detalles, los adora y él lo sabe.

La mira, comprensivo de su extrañeza característica, se enternece y se enfada por ello: "El rojo no te queda", le dice serio mostrando su mandíbula inferior, encendiendo un cigarrillo (siempre cuidando no avergonzar a sus abuelitos gánsters) le ofrece fuego a ella.

"Resalta el azul", dice ella mirándolo a los ojos, arrugando un poco la nariz y extendiendo el cigarrillo puesto previamente en la boquilla de la abuela...

"¿Qué pasó?" le pregunta él, como buena costumbre Fama suya, ya adivina la respuesta, terminaron -eso es seguro- y probablemente ella llora su abandono

"Terminamos" responde ella, él sonríe de medio lado, son sus sonrisas victoriosas... sonrisas de cuando su conductas de Fama le funcionan... "Yo lo he dejado, lo amé... no quería dejarlo, pero perdí la cabeza y ya no podía amarlo"

Y llora, en realidad llora y canta, porque sus lagrimitas cristalinas que hacen juego con su labial, también deben sonar armónicas con los gemidos suavecitos que produce... ella 'llora-canta', tan naturalmente como es húmeda y azul, sin dejar de ser tibia.

Cronopio cronopio... 'canta-llora', tiene tristeza y sonríe de alegría.

"¿Por qué lloras?" le pregunta él algo afectado, siempre lo seduce su canto, pero se siente mal cuando lo acompaña el llanto, quiere abofetearla o besarla... o ambas, no hace ninguna.

"Porque tengo ganas" responde ella... y como tiene ganas, llora un poco más... arruga un poco la nariz ante el gesto descortés que él hace, ella le da un concierto y él quiere irse en el adaggio...

Además... (ahora viene el minuetto)

Ella le cuenta que tiene la cabeza perdida... le habla de un joven lejano... alto como un árbol y luminoso como el sol de equinoccio

antes del allegro.... adaggio otra vez... nuevamente llora...

"¿Por qué lloras?" le pregunta

"Porque tengo ganas" ella contesta... y como tiene ganas, llora un poco más

"Lloro porque lo amo y eso me hace feliz", aprieta la servilleta con su manita izquierda y enreda su índice derecho a la boquilla... sus dedos siempre han sido tan largos... y ella tan azul

"¡Si te hace feliz no deberías llorar así, es ilógico!" razona desperado, como toda una Fama (su padre estaría orgulloso).

"No, no es ilógico, todo lo contrario... ¿no ves? ¡Es lo más lógico del universo! Lloro porque soy feliz y me da miedo... me da miedo dejar de serlo, por eso lloro" Ella lo mira y él no la entiende, entonces, paciente como maestra domesticadora de gárgolas y profesora de esperanzas sin remedio, lo mira comprensiva

"Cronopio cronopio..." él alza una ceja mientras ella arruga un poquito la nariz, beben algo de café, un bocado de pastel. Él enciende otro cigarrillo, ella le sonríe y le explica con dulzor:

"Lloro porque estoy enamorada, perdí la cabeza y sin darme cuenta, ya no dibujo golondrinas rojas en los caparazones de las tortugas amarillas, sino que ahora dibujo flores en todas partes. Además, sé que como estoy enamorada, me romperán un poquito el corazón, pero no importa porque enamorarse también se trata de eso ¿no? Entonces me dan ganas de llorar y, como tengo ganas, lloro un poquito más"

Él la mira y sin la parsimonia de una Fama le dice
"Ok. Eres rara hasta e incluso para ser un Cronopio... por eso eres Azul y eres la única Azul que existe"

Ella arruga un poquito la nariz, va a replicarle, respira y toca la piel de su rostro... es suave, húmeda y tibia... pero él tiene
razón, ella es azul... busca cronopios desesperada, pero todos verdes ¡incluso él! Aunque se suponga que es una Fama.

Con toda dignidad entonces, se arregla el cabello y retoca el labial rojo-escándalo. Coloca con cuidado un cigarrillo en la boquilla de su abuela "Vintage, no rara" le dice, mientras él como todo buen gánster se lo enciende...
"Cronopio cronopio..." susurra él mientras ella se distrae mirando los hermosos colores del semáforo y piensa en lo maravilloso y esforzados que son los duendecitos que hacen que las luces funcionen y hagan bailar la calle Brasil y Santiago completo al son del Rojo-Amarillo-Verde... luego ella lo mira, posa su húmeda manita azul sobre la verde de él y pregunta con toda la ilusión del mundo...

"¿Serán rastafaris los duendecitos?"

Él la mira sorprendido... no entiende de qué está hablando, por cortesía pregunta "¿qué duendecitos?"
Ella lo mira y arruga un poco la nariz, como cada vez que él cuestiona las cosas más evidentes del mundo, lo mira comprensiva y le responde:

"Cronopio, cronopio... los duendecitos que hacen funcionar los semáforos. Deben ser rastafaris por eso del 'verde-amarillo-rojo', entonces su carita azulina se ilumina y es feliz porque imagina a todo Santiago moviéndose despacio al son de ese bailecito raro que no recuerda cómo se dice... de pronto, algo terrible le golpea las ideas y sufre porque los pobres duendecitos rastafaris son explotados o talvez no... no lo sabe, como siempre que se angustia busca respuestas en él

"Deberían ser comunistas y asociarse en un sindicato de duendecitos de semáforo" le dice ella a quemaropa y él ya no puede aguantar, la mira con esa mezcla de rabia y ternura... respira hondo hondo, la mira con sus ojos de verde oliva, toma su postura de enojo eterno y comienza a explicarle lo contraproducente que sería el hecho que los duendecitos rastafari que controlan los semáforos de Santiago fueran comunistas...







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Una tarde cualquiera de conversación...
gracias Juan Pablo

Condena

"No quiero protegerte, para mi no eres una niña, eres una mujer.
Lo que quiero es lanzarme sobre ti como un perro rabioso y devorarte"

Amenaza terrible que vino a perturbar mis últimas noches de verano
... debí correr lejos de ti... lo intenté...
(al menos eso me gusta pensar, hay momentos en que la conciencia me agobia)

Terrible condena...
la noche, casi prometéica pasa rauda
y nos faltan horas para ejecutar toda la sentencia
es que siempre, siempre renacen mis entrañas
luego del acto salvaje de tus fauces devorándolas

...jamás cumplo la pena completa
y espero con ansias otra noche

en la que tu pasión ardiente me consuma
y me encienda

en la que tus manos, tu lengua y tu ser completo
se apodere de lo más íntimo ... de lo más sagrado
de aquello que me da status de mujer...

Yo no quiero que me protejas, yo no soy una niña
soy una mujer (una que arde y que desea)
yo quiero que te abalances sobre mi
como un perro rabioso y me devores

viernes, 6 de mayo de 2011

Te amé

te amé tanto...

que me quedé sin corazón para seguir quemando